La relación con auditores externos, un camino hacia la transparencia y la confianza.

En mis primeros años en departamentos Financieros recuerdo que cuando me decían “que vienen los auditores” era como si me dijesen “que viene el coco”. La relación con ellos estaba enfocada a dar la información que pedían con cierta preocupación por que encontrasen algo mal, a pesar de hacer siempre un trabajo lo mejor posible, en línea con la legalidad y la norma.

La Auditoría externa o Independiente se podría pensar que tiene como objeto averiguar la razonabilidad, integridad y autenticidad de la información producida en una empresa. Sin embargo, la relación entre la empresa y los auditores externos ha cambiado a lo largo del tiempo. Hay un antes y un después de los escándalos internacionales que acabaron, como podemos recordar, con una de las grandes, Arthur Andersen, y que despertaron una presión internacional por cambiar la exigencia a las firmas de auditoría.

En los últimos tiempos ha habido diversos cambios normativos, el último entrará en vigor en junio de este año, buscando reforzar la independencia de los auditores y mejorar la calidad de sus trabajos para elevar la confianza y evitar nuevos escándalos contables y financieros. Esta nueva línea de exigencia trae consigo una relación cada vez más enfocada a la transparencia y confianza. En ello hay que encontrar puntos positivos para la empresa, puesto que los auditores están en contacto con la realidad del mercado, tienen un conocimiento global y extenso de los negocios. La empresa tiene el conocimiento de su propio negocio y de sus vínculos internos. El enfoque de la relación con auditores hacia la unión de ambos conocimientos puede apoyar a mejorar la forma en que la empresa presenta y realiza su negocio.

Hoy en día los auditores externos son conscientes de que no se puede “auditar el futuro”, pero buscan el camino de analizar cómo una organización hace sus previsiones, cómo elabora sus proyecciones, cómo valora sus recursos o cómo gestiona sus riesgos. En un entorno económico-financiero cada vez más complejo, se puede buscar el apoyo en los auditores para mirar hacia adelante y prever oportunidades o problemas.

Esa mayor exigencia que conlleva una auditoría debe verse reflejada en el trabajo de toda la organización. Todos los actores y responsables de la empresa deben ser conscientes de este nuevo papel de los auditores manteniendo un listón lo más elevado posible hacia el trabajo bien hecho y suficientemente respaldado. Una buena auditoría ya no consiste en tener una correcta contabilidad sino que se requiere tener un negocio debidamente soportado por parte de todos los participantes en la empresa. Toda operación debería poder ser presentada con total transparencia ante los auditores y con capacidad de generar confianza a cualquier agente independiente ajeno a la organización.

Victoria Hernando Directora Financiera – CTI Soluciones

CSO

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