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Torres Blancas

Uno de los edificios icónicos del Madrid del s. XX es sin duda el de “Torres Blancas”, en la Avenida de América, proyectado por el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza. Todo un hito de la arquitectura, una de las estructuras de hormigón más complicadas e innovadoras de su época, los años 60 del desarrollismo de la época anterior.

El grupo Huarte (hoy parte de OHL) le encargo la construcción de una torre de viviendas de lujo en 1958, y quisieron que fuera algo vanguardista. Durante varios años Oiza estuvo inmerso en un proceso creativo que le llevo a variar miles de veces su planta, incluso con la obra ya comenzada. La construcción tuvo lugar entre 1961 y 1968.

Muchas veces se ha dicho “Ni torres, ni blancas”, como burla al nombre del edificio. En el proyecto original se planteo con tres torres, aunque finalmente sólo se pidió autorización al ayuntamiento para dos, y además unicamente lo otorgaron para una. La fachada iba a ir revestida con polvo de mármol mezclado con hormigón, pero finalmente no se realizó. De ahí el debate por si pertenece a la corriente brutalista imperante en la arquitectura de los años 60. Sin embargo, Oiza recibió las influencias del racionalismo europeo de Le Corbusier, como la idea de viviendas con jardines en altura, y del organicismo americano de Frank Lloyd Wright con sus rascacielos curvos. El edificio se entendió como un experimento, donde tanto arquitecto como el constructor Juan Huarte investigaban sobre la vivienda ideal. Buscaban una torre casi autosuficiente, donde los vecinos creaban una sociedad que vivía de forma orgánica.  

plano torres blancas
Es el mayor ejemplo de arquitectura organicista en España

Es el mayor ejemplo de arquitectura organicista en España. Plantea un tipo de edificio vivo. La forma se asemeja a un árbol que va creciendo hacia arriba y se va ensanchando con las plataformas cilíndricas como si fueran las copas del árbol. El hormigón va mezclándose con las pantallas de madera de los balcones y las ventanas como si fueran las hojas. El centro es donde se encuentra la estructura que soporta construcción, como si fueran los vasos leños del árbol, y es donde se encuentran las escaleras, los ascensores e instalaciones.

Imagen: revista de Arquitectura, 1968

Ver el diseño de su planta nos muestra lo complejo que es el edificio. Son cilindros con secciones donde se van mezclado unos círculos con otros. Cuenta con 21 plantas, destinadas a oficinas en la planta baja y a viviendas, cuatro por planta, de varios tipos, simples, dúplex y apartamentos. La distribución de cada casa es como una agrupación en racimos de dormitorios y baño o de cocina y salón, rodeados de terrazas curvas que no llegan a tocarse para filtrar la luz. Las últimas plantas tienen una función social, con salas de reuniones, tiendas e incluso un restaurante, El Ruperto de Nola, con la capacidad de servir las comidas a las casas a través de un servicio de montacargas. Se remataba en la azotea con unos jardines y piscinas. Estaba diseñada con todo tipo de comodidades, incluso con un sistema de bajada de basuras. No obstante, han quedado miles de anécdotas de los propietarios de las dificultades para colocar muebles convenciones en habitaciones con paredes curvas. El acceso al edificio es bajando unas escaleras, como si nos condujeran a una gruta para llegar a los sótanos y al aparcamiento, mientras el portal está lleno de cilindros como si fueran estalactitas. 
El arquitecto tuvo su vivienda familiar aquí durante 10 años. Sin embargo, en la actualidad ha perdido un poco la visión del proyecto inicial. No hay plantas del jardín colgante, las tiendas comerciales de la zona de entrada están cerradas, al igual que desde  el año 85, el restaurante. 
Torres Blancas recibió el Premio del Colegio Oficial de Arquitectos en 1972 y el Premio de Excelencia Europea. Además, en él se formaron dos jóvenes arquitectos que llegarían a ser de los más importantes en el panorama nacional e internacional como Fullaondo y Rafael Moneo. Dentro del mundo de la arquitectura española está reconocida como una de las obras maestras del s. XX, al huir de todos los convencionalismos, pero al mismo tiempo supuso ser un sueños truncado para  arquitecto y promotor, al no ser entendida por una sociedad menos abierta y más cuadriculada.

Beatriz Cristóbal Lana.
Los Madriles. Por los laberintos de Madrid.

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